El japonés en las
calles de Barcelona:
una mirada sincrónica en torno a los letreros de los
restaurantes de cocina japonesa
Motivación, objeto de estudio y metodología
He llevado a cabo este estudio con la intención
de conocer un poco más acerca de la presencia del japonés en el paisaje
lingüístico de Barcelona. Para ello, he decidido limitar mi objeto de estudio a
los letreros de los restaurantes japoneses, ya que, de acuerdo con las
actividades empresariales de la diáspora japonesa en España, he pensado que el sector
de la hostelería era el único —o al menos el que más— impacto podía tener
dentro de un supuesto paisaje lingüístico japonés.
Y es que el
establecimiento de los japoneses en España está ligado a la IDE que procede de
su país (Beltrán y Sáiz, 2002: 45). Esto provoca que los inmigrantes japoneses lo
conformen básicamente directores y ejecutivos de empresas transnacionales que
residen temporalmente para luego ser trasladados a otro país (Beltrán, 2003:
5-6), de ahí que no sorprenda que algunos autores utilicen términos como «migrantes
anuales», «comunidad aislada» o «inmigrantes de lujo» (Fukuda, 2008: 5-6) para
definir una diáspora que no tiende a la biculturalidad y al bilingüismo por sus
condiciones particulares. Este grupo, junto con el otro gran segmento
migratorio japonés, los estudiantes, tienen un escasísimo o nulo impacto
lingüístico en el paisaje urbano. Sin embargo, aunque todavía muy lejos de los
indios y los chinos (Secretaria de Estado de Inmigración y Migración, 2009), en
los últimos años se viene observando un crecimiento relativo de las pequeñas
empresas familiares y de profesionales independientes, si bien la mayoría del
comercio internacional todavía pertenece a las grandes firmas. Es precisamente
este sector empresarial, y más concretamente el hostelero, como ya he dicho, el
que, a mi parecer, hace que el japonés tenga algún tipo de presencia en el
paisaje lingüístico en Barcelona. Mi objetivo ha sido ver hasta qué punto es
así.
Para seleccionar
el objeto de estudio he realizado la siguiente metodología. En primer lugar, he
utilizado la versión en línea de Páginas Amarillas y, en su búsqueda avanzada,
he buscado los restaurantes según el «tipo de cocina» «japonesa» para cada uno
de los distritos de Barcelona. Tras esta búsqueda, me he dado cuenta de que son
precisamente tres los distritos donde se concentra la mayoría de restaurantes
(75,7%) de acuerdo con esa criba: Ciutat Vella, Eixample y Sarrià-Sant Gervasi;
así pues, este estudio se basa en muestras de estas tres zonas. Por supuesto,
la selección que hace Páginas Amarillas, si bien cubre gran parte de los
restaurantes japoneses, tiene varios inconvenientes: (1) algunos locales
supuestamente abiertos han cerrado y ahora existe otro tipo de negocios (Ikkiu,
Myako, Fujiya, Ishoku, Edén); (2) algunos locales han cambiado de propietarios
o han reformado por completo el restaurante, incluyendo el nombre de éste (Yume,
ahora Gnay; Iroue, ahora Shingari; Kaitensushi, ahora Zen; Minstar, ahora
Kirin; Sushi Masa, ahora Yoshino; y Sushi Express, ahora Nomo); (3) no queda
clara la definición de «cocina japonesa», en consecuencia diversos restaurantes
de cocina exclusivamente china así como de otras cocinas[1]
quedan dentro de su búsqueda (Magnolia, Tai, Shanghai Family, Wok Dao, Sheng); y
(4) no se cubren todos los restaurantes, ya sea por nuevas aperturas o porque
simplemente no están registrados en Páginas Amarillas[2]
(por ejemplo, Fusion, Sushi 10, Shinjuku, Sushiya Bentou, Una mica de Japó,
Teppan-ya o Asagaya). En segundo lugar, con estos resultados he eliminado
aquellos restaurantes cuyos letreros no contenían términos en japonés,
independientemente del tipo de escritura.[3]
En cuanto a la
metodología del trabajo de campo, todas las fotos de los letreros han sido
tomadas los días 31 de diciembre de 2011, y 2 y 5 de enero de 2012. He tenido en cuenta
tanto los letreros principales como cualquier elemento que mire al exterior, y
por lo tanto, de fácil visibilidad para cualquier transeúnte.
Por consiguiente,
la muestra definitiva para este estudio ha sido de 21 locales en Ciutat Vella,
35 en el Eixample, y 14 en Sarrià-Sant Gervasi, sumando un total de 70 locales.
Resultados
y análisis
Tras hacer un
primer análisis de todos los letreros obtenidos, he obtenido la información que
aparece en la siguiente tabla:
Locales
con presencia de kanji
|
Locales
con presencia de kana
|
Locales
con presencia de rōmaji
|
|
Ciutat Vella (total 21)
|
6 (28,5%)
|
5 (23,8%)
|
20 (95,2%)
|
Eixample (total 35)
|
19
(54,3%)
|
11
(32,3%)
|
34
(97,1%)
|
Sarrià-Sant Gervasi (total 14)
|
7 (50%)
|
4 (28,5%)
|
14 (100%)
|
TOTAL (70)
|
32
(45,7%)
|
20
(29%)
|
68
(97,1%)
|
En este caso, si
aplicamos la distinción que ya han hecho otros autores entre signos oficiales y
no oficiales (Rosenbaum et al., 1977:
179-196; Calvet, 1990: 73-83; Landry y Bourhis, 1997: 23-49; Backhaus, 2006:
52-66), o signos top-down y bottom-up (Cenoz y Gorter, 2006: 67-80) es
evidente que todos los casos se tratan de signos no oficiales, con lo cual a priori todos ellos han gozado de
relativa libertad para elegir el nombre de sus locales. Sin embargo, hay que
tener en cuenta el punto 3 del artículo 32 de la ley de Política Lingüística en
Cataluña, según el cual estos letreros deben mostrarse al menos en catalán[4].
De hecho, la gran semejanza entre términos como «restaurante», «bar» o «club»
en catalán, castellano e inglés, hace que apenas existan problemas en este
sentido (de hecho sólo el 39,1% cuentan con letreros en un catalán correcto, e
incluso el 14,5% no contiene la presencia de al menos un idioma local).
Esta ley, precisamente, debería
provocar un multilingüismo casi obligatorio en la mayoría de los casos. Sin
embargo, este requerimiento legal se salva normalmente mediante el uso de
enunciados paralelos con alguno de los idiomas locales oficiales (por ejemplo,
en catalán: «restaurant», «bar», «per emportar», etcétera) más el nombre
original del restaurante en japonés, y no estrictamente mediante un
multilingüismo. Así, pues, no se tratan de traducciones mutuas complementarias,
según la clasificación que hace Reh (2004: 1-41), puesto que no pretenden ser
«traducciones», sino meramente «complementos». De hecho, sólo hay un caso de
traducción per se: la traducción fragmentaria
de «Kaitensushi» —término ya de por sí mal romanizado— por «Buffet Giratorio» contaría
como traducción mutua. Sí se podría hablar, no obstante, de multiescritura, y
esto tiene que ver con la idea de «preferir escribir signos en la lengua o
lenguas que los lectores previsibles van a leer» (Spolsky y Cooper, 1991:
74-94); es decir, como se observa en el cuadro anterior, el uso de la escritura
rōmaji se hace casi imprescindible.
Con
todo, la idea de «escribe los signos en el idioma que conoces» no tiene apenas
fuerza. La «solidaridad» por parte de la mayoría de dueños de estos locales se
lleva al extremo, puesto que ni ellos mismos —en su gran mayoría inmigrantes de
origen chino— tampoco saben leer ni entender los signos que ellos mismos
utilizan. En consecuencia, y si tenemos en cuenta las funciones informativa y
simbólica de los signos (Landry y Bourhis, 1997), la mayoría de los dueños de
estos locales ya no sólo no proyectan un poder de identidad social propio y
positivo en ninguna dirección, sino que, paradójicamente, llevan a cabo una
estrategia de «encubrimiento» con la que pretenden salvaguardar una distancia
etnolingüística que, a su entender, beneficia sus negocios.
En
cuanto al código de preferencia (Scollon y Scollon, 2003), hasta en un 23,2% de
los casos los enunciados paralelos tienen el mismo tamaño o superior que el
nombre principal del local, lo cual demuestra un interés relativamente alto por
la comprensión en relación al exotismo de cara al cliente. Y en lo referente a
la tipografía, el 37,7% los locales utilizan la misma para todos los signos
excepto los que usan la escritura kanji
o kana, ya que indefectiblemente deben
ser diferentes.
Por
último, aunque este estudio se ha llevado a cabo de forma estrictamente
sincrónica, ello no impide ver rasgos de diacronía, o lo que algunos autores
denominan apparent-time study
(Backhous, 2005: 103-121), el cual observa los signos a través de estratos
diacrónicos. Estos estratos se aprecian si nos fijamos de nuevo en la ley de
Política Lingüística en Cataluña, vigente desde 1998. Con ella se puede inferir
—aunque únicamente se trate de suposiciones— que, en principio, los restaurantes
que muestran signos en catalán son relativamente recientes —y más si se tiene
en cuenta que el precio de las multas por el incumplimiento de la ley ha ido en
aumento—, puesto que el catalán es la lengua minoritaria y el pragmatismo de
los hosteleros tiende a optar por el castellano.
Comentario final
De acuerdo con
los resultados, podría inferirse que los restaurantes de cocina japonesa tienen
un impacto relativamente alto en el paisaje lingüístico de Barcelona: casi la
mitad de ellos muestran términos en escritura kanji, un tercio de ellos lo hace en kana, y casi su totalidad lo hace en rōmaji, independientemente de su comprensibilidad. Sin embargo, éste
no es un estudio comparativo y se centra únicamente en los tres distritos de la
ciudad de Barcelona con más restaurantes de este tipo. Una comparación con
otras ciudades del mundo con un mayor número de inmigrantes japoneses ―así como
con una mayor diversidad del tipo de inmigrante― revelaría que el japonés en el
paisaje lingüístico de Barcelona es casi nulo. Sin embargo, y atendiendo al
sector de la hostelería, Barcelona parece presentar una densidad del japonés en
su paisaje lingüístico nada desdeñable. Sin duda, harían falta estudios
comparativos para afirmar esta hipótesis. Por último, cabe decir que el
ciudadano medio de Barcelona tiende a confundir qué es japonés y qué es chino,
por lo tanto, el gran número de restaurantes chinos de esta ciudad ayuda a
aumentar/confundir la sensación de la presencia visual del japonés. De todas
formas, en este sentido un estudio sobre la perceptibilidad cognitiva y
consciente del japonés en cualquier paisaje lingüístico sería una tarea harto
compleja.
Fuentes utilizadas
Agencia Estatal BOE, 1998, «Ley
1/1998, de 7 de enero, de Política Lingüística», Boletín Oficial del Estado (36): 4809-4818, 11 de febrero,
referencia: BOE-A-1998-2989.
Backhaus,
Peter, 2005, «Sings of multilingualism in Tokyo—a diachronic look at the
linguistic landscape», International
Journal of Social Language (175-176): 103-121.
—,
2006, «Multilingualism in Tokyo: A Look into the Linguistic Landscape», International Journal of Multilingualism 3
(1)
Beltrán Antolín, Joaquín, 2003,
«Diáspora y comunidades asiáticas en España», Scripta Nova 7 (134), URL: http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-134.htm [consulta:
29/12/2011].
Beltrán Antolín, Joaquín, y Sáiz López,
Amelia, 2002, «Comunidades asiáticas en España», Documentos CIDOB Relaciones España-Asia (3), Barcelona: CIDOB
edicions.
Calvet, Louis-Jean, 1990, «Des mots
sur les murs: Une comparaison entre Paris et Dakar», en Chaudenson, Robert
(ed.), Des langues et des villes, pp.
73-84, París: Agence de coopération culturelle et technique.
Cenoz,
Jasone y Gorter, Durk, 2006, «Linguistic Landscape and Minority Languages», International Journal of Multilingualism
3 (1): 67-80.
Díaz, Adenso y Kawamura, Yayoi, 1994,
La cultura empresarial japonesa en España,
Madrid: Editorial Civitas.
Fukuda, Makiko, 2008, «Colonias
japonesas en el extranjero: miniaturas de la sociedad japonesa», Inter Asia Papers (3).
Landry,
Rodríguez y Bourhis, Richard Y., 1997, «Linguistic Landscape and
Ethnolinguistic Vitality: An Empirical Study», Journal of Language and Social Psychology 16 (1): 23-49.
Ortuño Flamerich, Roger, 2011, «Si
vamos a un restaurante japonés, ¡sorbamos la sopa!», entrevista de Amela, Víctor
M., La Vanguardia, 2 de agosto, p.
48.
Páginas Amarillas, 2011, «Guía de
restaurantes», URL: http://www.paginasamarillas.es/restaurantes [consulta:
30/12/2011].
Reh,
Mechthild, 2004, «Multilingual writing: A reader-oriented typology—with
examples from
Lira
Municipality (Uganda)», International
Journal of the Sociology of Language (170): 1-41.
Roger Homs, Maiol, 2011, «Mas
mantiene el ritmo de multas lingüísticas que heredó del tripartito», El País (Catalunya), 2 de noviembre, p.
2.
Rosenbaum,
Yehudit; Nadel, Elizabeth; Cooper, Robert L. y Fishman, Joshua A., 1977,
«English on Keren Kayemet Street», en Joshua A. Fishman; Robert L. Cooper y
Andrew W. Conrad (eds.), The Spread of
English, pp. 179-196, Rowley: Newbury House Publishers.
Scollon,
Ron y Scollon, S. Wong, 2003, Discourses
in Place: Language in the Material World, Londres y Nueva York: Routledge.
Secretaría de Estado de Inmigración
y Migración, 2009, «Trabajadores extranjeros afiliados en alta laboral en la
Seguridad Social», Anuario estadístico de
inmigración, con referencia al 31 de diciembre de 2009.
Spolsky, Bernard y
Cooper, Robert L., 1991, The Languages of
Jerusalem, Oxford: Clarendon Press.
[1]
Lógicamente, no he tenido en cuenta estos locales. Sin embargo, los
restaurantes que ofrecen comida japonesa, aunque no sea ésta su especialidad, y
cumplen todos los demás requisitos, entran en mi selección final. Este grupo
son principalmente los restaurantes regentados por inmigrantes de origen chino
que «japonizan» el nombre de sus locales para encubrir una oferta gastronómica
harto heterogénea y poco clara. De todas formas, aquí no importa el origen de
los propietarios, sino únicamente el impacto en el paisaje lingüístico mediante
el japonés y su tipo de cocina. Quepa decir que, según uno de los grandes
expertos en comida japonesa en el Estado español, Roger Ortuño Flamerich, «en
España hay unos 450 restaurantes japoneses, pero sólo el 10% son genuinos»
(2011: 48).
[2]
En este caso, no he tenido en cuenta los locales que no se cubren; al fin y al
cabo, se trata de un número relativamente reducido. De cualquier forma, si a la
hora de llevar a cabo el trabajo de campo me he topado con alguno de ellos y
cumple todos los requisitos de la selección, lo he tenido en cuenta.
[3]
A pesar de que algunos nombres de restaurantes no utilizan términos en japonés,
he tenido en cuenta el simple hecho de añadir enunciados paralelos como por
ejemplo «sushi bar», puesto que considero que ya generan un impacto visual
mediante el uso de términos en japonés —aunque en el caso de «sushi» ya
estaríamos hablando de una palabra incorporada—.
[4]
«La señalización y los carteles de información
general de carácter fijo y los documentos de oferta de servicios para las
personas usuarias y consumidoras de los establecimientos abiertos al público
deben estar redactados, al menos, en catalán. Esta norma no se aplica a las
marcas, los nombres comerciales y los rótulos amparados por la legislación de
la propiedad industrial» (art. 32, punto 3, Agencia Oficial BOE: 4816).
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